El fenómeno migratorio como campo de servicio
Un hecho que marcó los noticieros en Chile durante el 2021, fue el fenómeno migratorio que tuvo lugar en las ciudades del norte del país, en medio de la pandemia por Covid 19.
“La ola migratoria” como fue conocida, afectó fuertemente las ciudades de Iquique y Antofagasta. Si bien, para la opinión pública la problemática se centraba en el origen y la irregularidad de este proceso, para un grupo de cristianos viviendo en la región de Tarapacá, este flujo interminable de personas de otras nacionalidades, se convirtió en un campo misionero al que fueron llamados a servir.
Según el Servicio Nacional de Migraciones, a Chile ingresaron 24 mil extranjeros por pasos no habilitados durante los primeros 8 meses del año 2021. Uno de los puntos de acceso era Colchane, en el límite con Bolivia. Avanzando hacia su destino, los peregrinos pasaban por Huara y Pozo Almonte. En esta última localidad, a 40 minutos de Iquique, la Unión Regional Bautista de Tarapacá abrió las puertas del albergue para personas en tránsito “Casa Esperanza”.
La crisis social y de salud en sus respectivas zonas de origen -principalmente desde Venezuela- hace que familias completas lleguen al extremo de cruzar fronteras en toda Sudamérica, llegando a Chile a través del implacable desierto cordillerano, sin embargo, “la esperanza” de una vida mejor los impulsa a correr el riesgo de quedar en el camino. Frente a esta situación de vida o muerte, fue que un equipo de hermanos puso manos a la obra.
Comenzaron repartiendo café de grano, siguieron con la implementación de una oficina móvil para impresión de documentos, entregaron agua y colaciones, pero visualizaron que lo que se necesitaba era alojamiento, por lo que implementaron un albergue que, con humildad y amor, se convirtió en un lugar de refugio para varios que no tenían donde pasar las frías noches del desierto.
El equipo de trabajo lo componen: Rocío Ojeda, encargada de la red de testimonio social de la región; Mathew Quispe, Administrador del albergue; Pastor Rolando Quispe, encargado de contactar posibles pasajeros y la Pastora Alexandra como coordinadora.
Desde marzo de 2021 a la fecha, han sido beneficiados más de 300 personas entre adultos y niños, quienes en las dependencias del albergue encuentran camas limpias, toallas, baño con agua caliente, un comedor y una cocina equipada completamente. Además cuando ingresa un grupo, se les abastece de mercadería para que puedan preparar comida según su costumbre. Cada beneficiado permanece de 2 a 3 días en promedio, hasta que consiguen pasajes para seguir hacia su destino. La demanda fue de tal magnitud, que se hizo necesario abrir otra casa como albergue, la que fue facilitada por un hermano en la fe.
Los aportes que tantas congregaciones han hecho llegar, ya sea a través de la Ofrenda Migrante impulsada por la Dirección de Testimonio Social de Ubach o por contribuciones directas, incluso de otras denominaciones, han sido fundamentales para el desarrollo del proyecto, logrando un gran impacto en la comunidad, haciendo tangible el lema de la obra bautista nacional de “ser iglesias que viven y anuncian el reino de Dios”.
Pastora Alexandra Benítez: El Albergue es una iniciativa regional, como iglesia no podíamos quedarnos sin hacer nada, comenzamos entregando café, pero la demanda era mucha y solo como iglesia no dábamos abasto. Se planteó la necesidad a nivel regional y la respuesta fue inmediata, llegaron donativos en alimentos, ollas, loza, muebles, ropa de cama, cortinas, todo el equipamiento necesario, damos gracias a las Iglesias por su apoyo. Todo es dado por Dios, de eso no nos queda duda, Él es quién preparó todo.
Rocío Ojeda, Red Testimonio Social URIBAT: Comenzamos con un análisis, nos preguntamos cómo podemos ayudar con algo que sea más que pasajero. Entregamos canastas de alimentos haciendo contacto directo con las personas y pudimos bendecir mes a mes a 17 familias, pero era necesario ayudar con algo más. El Señor nos mostró y nos dijo: “vayan a buscar a la iglesia los recursos” y llegó una ofrenda nacional, una ofrenda desde concepción, de hermanos en forma particular, las iglesias de la región y pudimos habilitar este espacio que cedió la Iglesia de Pozo Almonte. Ahora nuestra oración es que llegue un apoyo misionero que pueda trabajar al 100% en este campo que se abre con las personas migrantes.
Pastor Rolando Quispe: Anhelamos que todos los recursos que tenemos estén al servicio de la comunidad. Había una crisis, se necesitaba un lugar para dormir, pasar la noche a resguardo, y en conjunto con la obra regional dispusimos parte de las dependencias de nuestra iglesia. A mí me toca comprar la mercadería y hacer los contactos. Vamos en la noche a buscar a la gente cerca del terminal de buses, quienes no alcanzaron pasajes pasan la noche a la intemperie, pero ya no, porque incluso ya se corrió la voz y ya saben. Dios nos está utilizando. Recuerdo una familia en particular 4 adultos y 6 niños quienes al no encontrar bus, comenzaron a caminar y yo me presenté como pastor y les hablé del albergue, ellos me dijeron “íbamos a pasar la noche en el parque, necesitábamos un lugar”, al final se quedaron 4 días en el albergue, se les entregó lo necesario para comer y artículos de aseo personal. Ese es uno de los casos, así son muchos. Ha sido un tiempo enriquecedor que nos desafía a seguir sirviendo, estar cerca de la gente y de la necesidad. Esperamos que puedan mirar a Dios y la respuesta a sus oraciones en tiempo de aflicción. Dios nos está usando para ser una puerta al país, y también una puerta al evangelio.
Mathew Quispe, Administrador del Albergue: Es un trabajo desafiante, ya que me corresponde llevar el registro de las personas, hacer los ingresos y manejar los gastos propios del albergue, llevar la documentación y cuadrar las rendiciones. También me corresponde liderar el grupo de voluntarios que hacen la limpieza y dejan todo preparado para cuando ingresa un nuevo grupo de personas. Ver cómo los jóvenes trabajan con amor para hacer del lugar un espacio acogedor, reconforta. Saber que las sábanas que lavamos y luego disponemos en las camas serán de bendición para alguien que lo necesita, que viene cansado, sediento y con hambre es lo nos motiva. El grupo de voluntarios lo componen principalmente el grupo de jóvenes de Pozo Almonte: Diego, Naidelyn, Wara, Alberto, Alexandra y Dara.
Susana Gutiérrez Tapia
Periodista
Iglesia Bautista Emanuel, Antofagasta.
Realmente es una alegría de servir a Dios y al prójimo. Muchas gracias hna Susana por dar a conocer la obra en el norte de nuestro país y gracias a cada uno de los hermanos y hermanas por el apoyo incondicional a la extensión de la obra del Señor.
Bendiciones hermana Alexandra y gracias por la labor que realizan en el norte de Chile.